En 2009, por ejemplo, el virus H1N1 (la gripe porcina), que afectó a los seres humanos, se originó a partir de una redistribución de los virus de la gripe en aves, cerdos y seres humanos. Ahora, la cepa H3N8, que afecta a las focas de Nueva Inglaterra (Estados Unidos), puede llegar a representar el primer avistamiento de un nuevo grupo de virus de la gripe, con el potencial de persistir y avanzar entre las especies.
Los autores de la investigación analizaron el ADN de un virus asociado con la muerte de 162 focas del puerto de Nueva Inglaterra, en 2011. Las autopsias de cinco focas revelaron que, al parecer, murieron a causa de un tipo de gripe, llamado H3N8, estrechamente relacionado con una cepa de gripe que ha estado circulando en las aves de Norteamérica, desde 2002. A diferencia de la cepa en las aves, este virus puede afectar a los mamíferos, y tiene mutaciones que le permiten ser más transmisible, y causar una enfermedad más grave. El virus también tiene la capacidad de dirigirse a un receptor llamado SAa-2, 6, una proteína que se encuentra en el tracto respiratorio humano.
Moscana señala que el estudio plantea dos inquietudes acerca de la gripe: en primer lugar, esta variedad infecta a los mamíferos, y puede pasar de animal a animal, una combinación de rasgos que la convierten en una amenaza potencial para los seres humanos; en segundo lugar, la posibilidad de que un virus de gripe aviar pueda infectar a las focas, no había sido considerada antes, destacando el hecho de que una pandemia de gripe puede surgir de manera inesperada.
Los investigadores concluyen que los científicos deben mejorar su capacidad para identificar y entender los riesgos potenciales que plantean los nuevos virus, que surgen de fuentes inesperadas, con el fin de prevenir los riesgos y poder actuar sobre ellos.
